ENEMY
TARÁNTULA
Si tuviéramos que citar, dentro del marco del suspense, la gran sorpresa cinematográfica del pasado año, sin duda muchos estaríamos pensando en Prisioneros. La dirigía un director algo desconocido y de apellido complicado, Denis Villeneuve, quien ya había dado muestras de su talento en la loable Incendies.
Protagonizada también por Jake Gyllenhaal, se trataba de un potente y angustioso thriller psicológico, a veces elegante, otras sucio y directo, cuya mayor virtud recaía en su extraordinaria atmósfera, en donde el frío de la América Profunda se fundía con la propia trama, incentivando un clímax, en ocasiones, irrespirable.
Con pocos meses de diferencia nos llega la nueva propuesta del cineasta, basada libremente en una afamada novela del desaparecido José Saramago. Un film imperfecto, de final tal vez demasiado abrupto e inesperado, pero que concentra muchas de las virtudes presentes en el director. Sin ir más lejos, aquélla que hacía grande a Prisioneros: un clima asfixiante, tenso, invisible pero latente en un espectador en permanente estado de alerta ante lo que ve, escucha y (pre)siente.
Aires kafkianos e incluso ecos de Cronenberg se aprecian en la historia de Adam, un profesor de Universidad de vida vacía y monótona. Una noche, descubre en una cinta de vídeo un sorprendente misterio, tan chocante como turbador.
A partir de aquí, verdad y distorsión se entremezclan. El mundo onírico entra en juego; Villeneuve convierte la realidad en pesadilla, arrastrándonos hacia lo inexplicable, la confusión y el sinsentido. Y ahí nos atrapa, como la telaraña que poco a poco se va tejiendo en la mente de Gyllenhaal, portentoso, brillante a la par que inquietante.
Algunos pensarán que se trata de una tomadura de pelo. Otros, sacarán conclusiones mayores de las que la propia película plantea. Y unos pocos, simplemente, nos dejaremos llevar por la fuerza visual y ambiental de la cinta, aceptando sus virtudes y enigmas indescifrables por igual. Porque muchas obras no tienen que ser comprensibles para poder ser disfrutarlas. Enemy es un buen ejemplo.
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