LA MUJER DE NEGRO: EL ÁNGEL DE LA MUERTE
MISMA VUELTA DE TUERCA
Los recónditos parajes que explora la secuela de la exitosa película protagonizada por Daniel RadCliffe (señor Potter para los amigos) son de sobra conocidos por el espectador más asiduo al género (y también para los participantes menos habituales): nebulosa permanente, muñecos infernales, institutrices venidas a menos, niños con rostros y visiones desconcertantes y una casa con arquitectura perturbadora, de esas que llevan a preguntarse qué demonios lleva a un ser humano pasar siquiera una noche. ¿Referentes cinematográficos? Un poco de El Orfanato, toques de la magistral Otra vuelta de tuerca de Henry James y, por tanto, de la obra maestra de Jack Clayton Suspense y una pequeña amalgama de colores de recientes y renovadores triunfos, próxima a las geniales pinceladas de James Wan y su Insidious (principalmente en el fantasma protagonista, calcado a su travestida y psicodélica bruja).
Pasto de la cantidad de tópicos que la integran, la cinta repunta, al menos, por la cualidad que hizo digna a la primera parte: una seductora ambientación chocante en este tipo de propuestas, más pensadas en reventar taquillas que en el cuidado global del producto. Posiblemente mucho tenga que ver el representativo tacto de la propia productora, la en otros tiempos mítica y, ahora, un tanto inestable Hammer, dispuesta a recuperar el encanto innato de su repertorio sesentero más brillante, tan envejecido para el público actual como indispensable a escala cinematográfica.
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