SUITE FRANCESA
AMAR EN TIEMPOS REVUELTOS
El academicismo que tanto encandila a los controvertidos hermanos Weinstein, productores estrella de Hollywood famosos por su implicación desmedida en los proyectos que financian y por sus temidos remontajes (al mayor se le conoce como Harvey “manostijeras”), se palpa en cada una de las secuencias que componen SUITE FRANCESA, enésimo intento de resucitar las love story germinadas bajo la devastación del sinsentido bélico, está vez tomando como punto de partida el exitoso best-seller homónimo de Irène Nemirovsky. Su elegante producción y la ambientación, de irreprochable buen acabado estético, y unas contundentes interpretaciones, principalmente del bando femenino, son las mejores armas de una producción lastrada por un grave inconveniente: su extrema y áspera frialdad.
Ni el peso de su historia, mil veces vista, ni el acaramelado affair de los protagonistas, con cierto hedor al folletín más anticuado, traspasan en ningún momento la gran pantalla. Falta pasión, emotividad y, cómo no, una mayor solidez narrativa. De esta forma, persiste la sensación de asistir a un nuevo ejemplo de adaptación diseñada para arrasar en los más eventos cinematográficos más populares, cuidada hasta el más mínimo detalle salvo, quizá, el más importante: el alma de la propia obra.
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